viernes, 7 de diciembre de 2012

Las gafas violetas: contradicciones y sorpresas.

Y entonces un día, de manera premeditada o no, empiezas a utilizar “las gafas violetas” y comienzas  a ver el mundo desde otra perspectiva, con otros ojos, con una mirada más crítica y que, sin ninguna duda, está mucho más cerca de la realidad. Es decir, desde una perspectiva feminista.


Gemma Lienas, escritora y activista feminista, escribió en 2001, “El diario Violeta de Carlota” (Premio Internacional Unesco 2003 a la tolerancia - Mención de Honor). En él, nos propone -a su protagonista adolescente- mirar el mundo con “las gafas violetas”, es decir, cuestionárnoslo todo desde una perspectiva feminista.  El objetivo fundamental de dichas gafas no es otro que eliminar de nuestras mentes la errónea idea de que la igualdad entre mujeres y hombres ya se ha conseguido. Por ello, nos invita a analizar desde la perspectiva feminista,  cómo desde los comportamientos más cotidianos y “normales” de la vida diaria hasta las actuales leyes españolas, están cargadas de machismo y discriminación hacia las mujeres. Y esto ocurre, básicamente, porque quienes han redactado nuestras leyes son hombres; porque quienes han determinado qué es lo correcto y qué no, son hombres; porque quienes han establecido cómo deben y cómo no deben ser las relaciones de pareja, los modelos de familia, etc., son hombres o, en su defecto, sus ideas salen de instituciones controladas por hombres. -Me pregunto si la Iglesia estará de acuerdo conmigo-.

En definitiva, porque este es un sistema patriarcal, con unos cimientos creados y cincelados a medida por y para los hombres y de sus intereses y que, como obviamente no quieren desprenderse de todos los privilegios que se han otorgados a sí mismos, lo único que hacen en parchear y remendar dicho sistema de manera puntual. Por ejemplo, con leyes puntuales que se quedan en papel mojado, poniendo concejalías en Ayuntamientos más por aparentar que se lucha que por convicción personal, etc.


Por eso, desde que una empieza a utilizar las gafas violetas viven en una sorpresa constante, en una contradicción entre lo que realmente siente y piensa, y en cómo esto plasma en todo aquello que le rodea. Se da cuenta de cómo las personas cuando hablan se olvidan de nombrar a las mujeres, o cómo aquel libro o aquella película que desde su infancia se ha convertido en su “favorita” está cargada de estereotipos sexistas. Comprende entonces, anonadada, cómo las películas de Disney están impregnadas de machismo y paternalismo. “No todas”, dirá alguna persona llena de seguridad. “Por ejemplo, en Mulán ella es una chica fuerte y luchadora que puede hacer lo mismo que los hombres”. Sí, ¿eso crees?, ¿y por qué para conseguir triunfar necesitó disfrazarse de hombre y, simplemente, no pudo hacer lo que quería y sentía sin ocultar que era una mujer? ¿Por qué tuvo que padecer un miedo constante por si descubrían “la verdad”? Y, otra cosa, ¿por qué el final más conveniente para la película es que ella se enamorara perdidamente del hijo del General? Empezó luchando para proteger a su padre y acabó luchando para defender “al hombre que amaba”. ¿Qué locura, no? 


Mulan y las gafas violetas: contradicciones y sorpresas



Lo mismo ocurre con las canciones que se oyen a diario, con “los éxitos”. Las canciones románticas tratan a la mujer como un objeto, o como eternas niñas que parece que se alimentan de amor y no de autorrealización. Necesitan que las protejan, necesitan y tienen el deber de llenar y complacer los sentimientos de amor por los que “ellos” están pasando. Y luego están las que cantan algunas chicas que se muestran totalmente dispuestas y complacidas a darlo “todo” por ellos. Su tiempo, su espacio, su cuerpo… En fin, no hablaré del reggaetón, hasta la mente más simple se da cuenta del trato como objeto de las mujeres que se hace en dichas canciones.


Pero como afortunadamente el mundo está cambiado, guiado por ideas y pensamientos más igualitarios, y a las luchas y reivindicaciones feministas cada vez se unen más hombres, -sabiendo inteligentemente que esto beneficiará a ambos sexos-, quiero terminar este post con un poema que descubrí el otro día. Su autor es Alfredo Fernández, pero, aunque he investigado, no he encontrado su biografía por ningún lado. Así que, sin su permiso pero absolutamente maravillada, aquí lo recojo.



A ti mujer...
Avisto lucidez en mi ignorancia,
en la malcriadez superprotectora,
en la educación machista,
en mi conducta mimada.


Quiero escapar de las pautas,
y pediros perdón,
a todas las mujeres...,
la que me dio vida,
la que me hizo padre
y que fue mi esposa;

desposada quedas
y libertad te deseo,
que te den tanto amor
como disgustos te dí.

A ti amante, a la que no descubriré
por no ser descubiertos.
A todas las mujeres,
homo y bisexuales,
hetero y asexuales.

Quiero rendiros disculpas,
por vivir privilegio injusto,
lo desapruebo y reniego,
por vergonzoso y torcido...
Fijado por “machotes” inquisidores.

Como “hombre” que llora...,
por vuestra entereza y valentía,
por nuestra cómoda cobardía...


“Mujer” suenas completa,
a hija, hermana, madre , abuela,
a amiga sincera, a guerrillera...
Matriarca de los cuatro elementos,
mujer al cubo...mujer!, mujer!, mujer!



Alfredo Fernández

Porque nunca un poema trató a las mujeres con semejante admiración y con el reconocimiento de lo hecho hasta el momento. Delicioso.

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