martes, 2 de abril de 2013

Menú violeta nº3: #PaternidadCorresponsable

La búsqueda del padre igualitario.

Llegó marzo y con él, la tercera causa de la campaña “12 causas feministas para un 2013 menos machista". Si en enero tratamos "la violencia simbólica" y en febrero "el amor romántico", este mes, con motivo de la celebración del "Día del Padre" el menú violeta se centrará en "la paternidad corresponsable".

La paternidad, según la RAE, en su primera acepción es “cualidad de padre”. Para profundizar un poco más, buscamos el concepto padre y lo define como “varón o macho que ha engendrado”, “varón o macho respecto de sus hijos”, “cabeza de una descendencia, familia o pueblo” y, mi favorita, “macho en el ganado destinado a la procreación”. Vamos, que si nos guiamos por las características que debe tener un padre y/o las funciones que debe desempeñar vemos que, según la RAE, se limita a tres conceptos fundamentales: semen, procreación y poder. Al estilo de crímenes imperfectos en su versión “poder, privilegio y justicia”… en fin.

Por otro lado, si buscamos en  la misma fuente el concepto “corresponsable” lo define como “que comparte la responsabilidad con otro u otros”. Muy buena definición, lástima que no incluya al género femenino o que, simplemente, diga que comparte la responsabilidad con otras “personas”. Pero bueno, es la RAE, nido de misoginia y machismo del más recalcitrante.

Dicho lo cual y viendo que la RAE es menos fiable que un antidisturbios que, porra en mano y a cara cubierta, te facilita su número de identificación en plena concentración de “Rodea el Congreso” debemos plantearnos las cuestiones, tanto de la paternidad como de la maternidad, basándonos en teorías explicativas que tengan en cuenta la perspectiva de género, la construcción cultural del género y los roles y estereotipos sociales que se asocian a cada una de ellas.

De manera muy general se puede decir que nuestra cultura “familiar-tradicional-heterosexual-patriarcal” se sustenta en una “dicotomía” en la que en un polo se situarían los roles propios de los hombres-padres y, en el polo opuesto, los roles propios de las mujeres-madres. A ellos, además de poner el semen, se les asocia el papel de “cabeza de familia” es decir, que ostenta la autoridad en la familia, es el que establece las normas y se encarga de su cumplimiento pero, además se le añade la responsabilidad de encargarse del rol productivo, esto es, salir a trabajar y traer “la pasta” para mantener a la prole. En el otro extremo se situarían las mujeres, cuyas tareas serían las “complementarias”: la parte privada de la familia, el trabajo doméstico, el cuidado de las/os hijas/os u otros miembros de la familia, etc.

#19 de marzo. Por las Paternidades (Co)responsables. Entregrietas.

Afortunadamente, los tiempos cambian, los contextos socio-culturales son diferentes y tanto hombres como mujeres se han dado cuenta que ese sistema “complementario”, que en teoría debía encajar con la precisión de un reloj suizo, ¡no sirve! Y, más que probablemente, nunca ha sido ni útil ni beneficioso para ninguna de las partes.  El acceso de las mujeres a la educación, su incorporación al mercado de trabajo… (no explico en qué condiciones que eso sería para otro post) y/o la actual “coyuntura económica”, es decir, la estafa en la que nos ha metido cierta gentuza, han hecho replantearse los esquemas establecidos.

Las mujeres, en primer lugar –a través de las reivindicaciones feministas- y, desde hace algunas décadas, una cantidad considerable de hombres se han propuesto la reformulación de esos roles sociales que como padre y o madre les venían impuesto por la arbitrariedad cultural. Así, como ejemplo más básico, podemos mencionar “el reparto de las tareas domésticas” teniendo en cuenta que en la mayoría de las parejas -heterosexuales- ambos progenitores se dedican al trabajo fuera del hogar, por lo que la complementación en limpieza y comida es fundamental para el buen funcionamiento.

Pero, el ejemplo para hablar de paternidad corresponsable se basa en la implicación de los padres en las tareas de cuidado de las/os hijas/os. Una vez superado esa absurda presión social a la que decían sentirse sometidos, es decir, una vez que están abiertos a la experiencia de mostrarse cariñosos con sus hijas/os, empáticos, ayudarles en las resolución de conflictos cotidianos, participar con ellos en la realización de sus tareas de colegio… han entendido que esto no sólo les está permitiendo disfrutar de nuevas experiencias personales y/o familiares, sino que han podido aprender nuevas formas de relacionarse y comunicarse con los demás. Todo lo cual, además de reportarle beneficios a ellos mismos les proporciona un bienestar de incalculable valor así como unas pautas educativas adecuadas a sus hijas/os que, si nada lo impiden, podrán irse reproduciendo en las siguientes generaciones, independientemente del tipo de familia y/o del estilo de vida que decidan vivir. Porque, si se han ido reproduciendo los patrones culturales heteropatriarcales de generación en generación, ¿por qué no puede suceder lo mismo con la paternidad corresponsable?

Hecha la explicación viene el matiz. Desde mi punto de vista el uso del concepto “paternidad co-responsable” debe ser temporal y transitorio y el objetivo final debe ser que interioricemos los valores que implica el concepto de “padre responsable” o “padre igualitario”, sin necesidad de edulcorar las palabras con prefijos que hagan una distinción entre las funciones y responsabilidades a desempeñar por el padre de las de la madre.

Enlaces de interés.

No hay comentarios:

Publicar un comentario