lunes, 15 de abril de 2013

Teórica feminista ¿de verdad la llevas a la práctica?

"Bueno, yo les propongo que si lo que quieren es evitar
el acoso callejero de los hombres en la calle, lo que tienen
que hacer es salir vestidas con unos
vaqueros, una camiseta y unos tenis. Es decir, lo más masculinas posible.
¡Ya verán como así no les piropean!".


Y con esta afirmación, estúpida a la vez que lapidaria, terminó el taller sobre feminismo y autodefensa al que acudí este fin de semana. Estupor, estupor, estupor...

Pero bueno, empecemos por el principio y las matizaciones pertinentes. Para comenzar lo que quiero dejar bien claro es que jamás, nunca y bajo ningún concepto mi intención es hacer una crítica al feminismo, sus pretensiones, sus objetivos, ¡JAMÁS! Simplemente, quiero demostrar con este pequeño texto que cuando una, por sus propias capacidades, se ha convertida en referente feminista, tiene que llevar a cabo un estilo de vida acorde con aquello de lo que es abanderada y que sus palabras, fundamentalmente en contextos en los que las mujeres van a "impregnarse" de sus conocimientos, deben estar bien medidas, pues no todo vale.

¿A qué viene esto?, puede que se estén preguntando, pues al regusto amargo -y de bastante ira, no vamos a negarlo- que me dejó un taller al que acudí el fin de semana y que impartía una reconocida feminista de las redes sociales. Debo confesar que si el taller lo hubiera impartido otra persona me hubiera planteado la posibilidad de ir, pero era gran seguidora de quién impartía la jornada y allí me presenté. Ahorraré el resumen y las valoraciones de las dinámicas realizadas e iré directamente al meollo de la cuestión. Después de estar cinco horas hablando sobre acoso callejero y cómo afrontarlo, y/o sobre cómo se ha excluido la presencia de las mujeres de los espacios públicos y cómo deberíamos recuperarla... después de dejar claro que nosotras no somos las culpables de los piropos, los hostigamientos, las violaciones así como tampoco somos víctimas pasivas sin posibilidades ni herramientas para hacerle frente, ¿cómo puede alguien cerrar un taller con las declaraciones con las que comienza este artículo y echarlo todo por tierra? Es que no se me ocurre nada más fácil que el clásico "no nos eduquen a nosotras para no ser violadas, eduquen a los hombres para que no violen". ¡Que sí!, que resulta complicado desmontar todas aquellas ideas patriarcales que nos han metido en la cabeza desde antes de nacer, ¡que claro!, que resulta controvertido y desagradable identificar que aquello sobre las mujeres que damos por algo natural, no lo es, ¡qué por su puesto! que existen todo tipo de mecanismos ocultos para hacer que centremos nuestro foco de atención en las víctimas y no en los culpables, ¡pero no!, eso no se le puede pasar por alto a alguien que es un referente para el resto y, mucho menos, si gana dinero en nombre del feminismo.

El movimiento feminista a nivel teórico podríamos decir que está claro, -a pesar de los continuos y frustrantes debates-, y los objetivos a alcanzar son igualmente conocidos: igualdad, libertad, justicia social... vamos, que nos devuelvan a las mujeres lo que nos corresponde: derechos, reconocimiento, presencia en los espacios públicos, presencia en los espacios de poder y toma de decisiones, revalorización de todo lo considerado "femenino"... Sin embargo, ¡qué difícil es llevarlo a la práctica!

El ejército de los saris rosas. India. Liderado por Sampat Pal.
Cualquier persona, -aquí generalizo sin pudor-, puede acceder a material feminista: textos, libros, multitud de páginas webs, proyectos de todo tipo... y puede ser más o menos "seguidora" de determinada teórica, filósofa... o lo que nos de la gana. Es decir, la teoría es "fácilmente" accesible, a pesar de que algunas autoras decidan teorízar en términos que ni ellas mismas podrían llegar a comprender y a las que yo pregunto ¿de verdad es necesario hacerlo en esos términos? ¿Son ustedes conscientes de que si pretendemos que el feminismo lo impregne todo, pero todo, todo, no pueden ustedes dirigirse a "las menos versadas" en esos términos? ¿O es que a través de sus textos nos pretenden demostrar que ustedes son más feministas que la media por haber tenido la posibilidad de ir a la universidades, realizar tesis y cátedras... y las demás debemos seguir siendo fieles esbirras de sus teorías todopoderosas? Es más, ¿realmente creen que haber tenido o tener la posibilidad de realizar un máster universitario en teorías feministas y demás... las convierte en feministas con pedigree? Me hago estas cuestiones a diario, no como crítica a ninguna persona en concreto sino a la manera de hacer las cosas. Yo también quiero saber, yo también quiero conocer... pero parece que tienen un interés especial en ponérnoslo difícil, en lo que a teoría respecta.

Ahora bien, ¿y qué pasa en la práctica? ¿Qué pasa a la hora de llevar un estilo de vida fiel a los principios del feminismo cuando todo lo que nos rodea parece que nos empuja a desistir de nuestras pretensiones? Es difícil, lo sé. Ya en el artículo "Las gafas violetas: contradicciones y sorpresas", intentaba dejar claro los sentimientos encontrados que nos asaltan cuando una decide afrentar el mundo con una visión feminista. Pero no es necesario haber leído "El segundo Sexo" para saber que si voy en un trasporte público y un tío me acosa, no sólo yo no soy la culpable sino que puedo hacerle frente. Y tampoco necesito ser Olympe de Gouges para saber que aunque un juez diga que que tu ex-novio te pegue no es violencia de género, sí lo es.

A veces llego a pensar que determinadas "abanderadas" del feminismo -por llamarlas de alguna manera- sienten una necesidad un tanto narcisista de hablar, de escribir, de publicar, que parece que no tienen vida, que no salen a la calle y que no son conscientes de las mierdas que a diario nos pasan al resto de las mujeres: desde el gilipollas que te acosa con el coche porque ha visto que eres una mujer al volante, hasta el alcalde descerebrado, que se supone que representa la justicia de un municipio, pero se le llena la boca dejando claro que el lugar de la mujer es "el hogar"... 

¿Y por qué me veo con la autoridad de decir esto? Pues por dos razones fundamentales. La primera, y más básica, es que este es mi blog y aquí canalizo mis ganas de repartir hostias cuando salgo a la calle a más de un niñato de medio pelo cuya única alternativa en la vida debería ser la muerte. Y, en segundo lugar, se lo dedico a la autora del blog Sexo: confesiones de una pervertida, porque ella sí es un claro ejemplo de lo que consiste en aplicar sus ideales en su manera de vivir y no necesita estar constantemente diciéndole a los demás lo que deben o no hacer. Porque sabe que su elección, aunque dura y llena de obstáculos, es la correcta. Y porque sabe lo que supone haber decidido vivir al margen de un sistema del que ha obtenido pocos o ningún beneficio y, al mismo tiempo, disfruta del poder y el bienestar que sus decisiones le otorgan. 


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