miércoles, 29 de enero de 2014

Hemos abortado por encima de nuestras posibilidades

Es un hecho constatado que cuando el debate gira en torno a de los derechos de las mujeres la maquinaria de contraargumentar de los sectores más conservadores de la sociedad se pone a "tropocientas" revoluciones por segundo. Y es que, o son cosas mías o cuando se trata de zarandear un poquito los pilares del patriarcado en los que se sustenta esta sociedad -y la Tierra en general- los privilegiados que están muy cómodos en ella se ponen a la defensiva. Pero no, no hablo sólo de la derecha, faltaría más, incluyo también a aquellos de apariencia menos conservadora, de esos que enarbolando de manera visible la bandera de la igualdad necesitan minuciosas explicaciones de por qué los movimientos feministas reivindicamos y exigimos lo que es nuestro y por qué no queremos conformarnos con las migajas que nos ofrecen. Si es que somos...

Por ello, quienes de manera más o menos directa estamos implicadas en impedir que salga adelante la Ley del Aborto de Gallardón o, simplemente, quien alguna vez en una conversación se haya posicionado abiertamente a favor de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres se habrá topado con un amplio, aunque no variado, abanico de argumentos en contra. Distinguimos de este modo aquellos del "no es que no porque lo digo yo" donde se sitúa Esperanza Aguirre y su "el aborto No es un derecho de las mujeres", pasando por perversos a la par que paternalistas argumentos como Gallardón y su protección del no nacido -las nacidas que vayamos a reivindicar a otro ministerio que el suyo está lleno de ratones, al parecer-. También están aquellos que amparándose en un Dios todopoderoso -que no es el mismo que les paga las Catedrales y las farándulas, ya que esas somos las divinas personas que moramos en este país- nos tachan de asesinas, pecadoras y de "errores de las mujeres" y luego están los que, no dando más de sí, simplemente se preguntan, "La mujer quiere libertad para su propio cuerpo, ¿para qué?", como Marhuenda, pero a los de esta última categoría no hay que hacerles mucho caso puesto que no son más que correveidiles del Gobierno.

Marhuenda. Imagen extraída de Plataforma Antipatriarcado
Descartando de esta manera los argumentos en contra más explícitos nos podemos topar con uno más sibilino pero igual de conservador. Un argumento, que adornado bajo el manto de preocupación por el descenso de la tasa de natalidad en el país nos pregunta, ¿cuál es la tasa de aborto en España en relación con la de nacimientos? Porque claro, no es lo mismo decir que se está en contra del aborto porque eres un misógino que concibes a las mujeres como meras fabricas de producción de personas sin derechos que afirmar que se está muy preocupado porque la tasa de interrupción voluntaria del embarazo (IVE) es casi tan elevada como la de nacimientos. No obstante, aunque en apariencia la cuestión parezca de lo más lógica puesto que se recurre a fuentes y datos de organismos oficiales, ésta no es sino el resultado de la extracción y descontextualización de datos estadísticos. ¿O es que, al final, vamos a creernos que posicionarse en contra del derecho a un aborto legal y seguro por cuestiones de natalidad y/o de envejecimiento de la población es mucho más convincente y razonable que el derecho de las mujeres a elegir sobre su propio cuerpo?

¿A qué viene eso de echarse las manos a la cabeza por el número IVEs que se producen en un país y no por el contexto social en el que estamos inmersos que es especialmente discriminatorio para las mujeres? ¿Por qué en vez de malgastar energías poniéndose restrictivos con los derechos de las mujeres y empujándonos a una maternidad forzada no se establecen leyes enfocadas a la protección de la maternidad, la conciliación de la vida familiar y laboral? Que no, que no son conceptos nuevos ni propuestas novedosas, que están ahí pero al parecer no interesan. Porque es más fácil que el Gobierno se convierta en ese padre autoritario que te dice qué puedes y que no puedes hacer, que reconocer nuestros derechos y dejarnos actuar con total libertad porque en sus mentes retrógradas somos y seremos eternas niñas que necesitamos que este, ¡oh, todopoderoso gobierno!, nos tutele y nos guíe hasta el final de nuestros vidas. Porque es más fácil juzgar a quien decide abortar que enfrentarse a un gobierno autoritario que sustituye de la escuelas las asignaturas relacionadas con la educación en igualdad y/o la educación sexual por una religión manía, retrógrada, machista e injusta. Porque es más cómodo juzgar a la menor que tiene que armarse de valor para ir a un centro médico a solicitar la pastilla del día después que permitir que se repartan preservativos en los centros escolares para que el alumnado, que sí o sí tiene hormonas y querrá experimentar, mantenga relaciones sexuales seguras...
Logo Aborto Libre Seguro y Gratuito
Plataforma de Acción Feminista Canaria

Y es que es así con todo. Señores, y sí digo señores incluyendo sólo a los varones, ¿quieren aumentar la población de este país y vivir en un lugar de ensueño con criaturitas correteando por parques y jardines? Pues menos poner los ojos en blanco y santiguarse ante la realidad actual y más ponerse manos a la obra elaborando leyes justas que fomenten y protejan la maternidad, pero la de verdad, no la de "qué bien que seas madre pero tienes que abandonar tu puesto de trabajo" o la de, "qué bien que seas madre pero no tenemos una red pública de guarderías para que las criaturas puedan ir así que elige entre tu jornada laboral o quedarte en casa cuidándolo". Tampoco nos vale ser madres si no vamos a tener que darle de comer a nuestras hijas e hijos porque ustedes han considerado que la mejor manera de fomentar el empleo es abaratar el despido. Ni nos vale ser madres si no vamos a poder ofrecerles una sanidad pública y de calidad. Tampoco nos vale no poder ofrecerles una educación en valores reales pero sí llenarles la cabeza con dogmas cristianos, enfermizos y discriminatorios y creándoles disonancias cognitivas sobre convertir el agua en vino. Olvídense, asimismo, que nos planteemos siquiera la maternidad si tenemos que seguir haciéndonos cargo de nuestros progenitores porque ustedes no se dignan a establecer una red de recursos adecuadas para las personas dependientes. 

Y aún así, en el hipotético caso en el que Estado empiece de verdad a velar por sus ciudadanas, nosotras, y repito, ¡sólo nosotras! decidiremos si queremos o no ser madres.

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